Historia

Historia

Hermosa villa muy antigua, situada a 26 kilómetros de su capital, Sevilla, en la zona denominada de la vega, en el margen izquierdo del Río Guadalquivir del cual recibe su apellido, y al pie de Sierra Morena que dista de ella 2,5 kms, con parajes naturales bellísimos. La villa alcanza un altitud de 17 metros. Con una población en torno a los 7800 habitantes y perteneciente al partido judicial de Lora del Río.

Su origen es muy remoto según los historiadores que basándose en las referencias que sobre la misma hacen “Los Plinios” tanto el “Viejo” como el “Joven”, como sus hallazgos arqueológicos demuestran asentamientos prehistóricos correspondientes a la segunda mitad de la Etapa del Bronce. Pero aún son muchos más numerosos y evidentes los descubrimientos arqueológicos romanos llevados a cabo en su término en el transcurso de los siglos.

Los Plinios, historiadores romanos, nos dicen que esta Villa de origen tartesio se denominó “Alpesa” y que su custodia o fortaleza estaba situada en la cima de un monte o cerro denominado antiguamente “Monte Santo” y posteriormente “Mesa Redonda” que es con el nombre que se conoce y llama en la actualidad y donde existe un grandísimo e importantísimo yacimiento arqueológico de varias civilizaciones, íberos, cartagineses, griegos, romanos, etc. que nos han confirmado las excavaciones que los distintos equipos de profesionales han efectuado en varias ocasiones.

Los historiadores P. Mariana, Pablo de Espinosa, Argaiz y muchos otros afirman que la Villa adquirió el nombre que tiene en la actualidad, de una gran sequía que en tiempos remotos asoló a toda España; y sucedió acabando el Rey Abides de gobernar nuestro Reino. Afirman unos que duró 26 años, otros dicen que 13, concordando todos y diciéndonos que se secaron fuentes, ríos y arroyos, menos los ríos Ebro y Guadalquivir. Don Pablo de Espinosa añade que cuando volvieron sus habitantes a las tierras que habían dejado, por el motivo expuesto, (se habían marchado a las montañas de León, montes Astures, etc), no hallaron cosa verde en sus campos salvo algunos granados y olivos en la rivera de nuestro Guadalquivir, muy cerca de Sevilla, por ser estos árboles muy duraderos y milenarios que para sustentarse necesitaban poca agua, por ello resistían muchos años de sequía. Estos autores nos dicen además que muchos árboles de estas especies referidas se conservaron durante muchísimos años junto a las casas de Villaverde y que por cuyo motivo recibió esta villa el nombre hasta nuestros días.

En la época romana, tuvo mucha importancia este municipio, cuando el río Betis era navegable hasta Córdoba, siendo la Villa un importantísimo Puerto Fluvial, hallándose situado a orillas del mismo y en la confluencia y desembocadura del arroyo Escardiel con éste, el importantísimo Castillo denominado “Cuatro Torres”; por las cuatro de éstas que tenía en sus ángulos, pues estaba construido en cuadro. En la actualidad existe un paño de muralla y un arco de una de sus puertas o pórticos. En los años 1952-54 fue derribada su torre mayor que se conservaba en buen estado, y ciertos salones y dependencias del mismo, en salvaje atentado contra el patrimonio y su conservación.

En este castillo, el año 1063, hizo mansión los restos del cuerpo del Arzobispo San Isidoro cuando fueron trasladados desde Sevilla a León, donde ahora se veneran, en tiempos del rey Don Fernando I, de Castilla y León.

También hay constancia cierta que en él estuvieron durante unos días los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando V de Aragón, cuando venían de reconquistar Granada el año 1492, colígese de una ejecución que dieron los Reyes el día 9 de enero de 1498, a favor de un vecino de esta villa contra quien el Consejo de la misma seguía pleito para que no gozase exenciones ni franquicias; y presentando servicios de sus mayores, sentenciaron los Reyes a su favor, honrándole con estas palabras: “Non veledes en el Castillo de este lugar de Villaverde, ni claredes ropa ni leña para el dicho castillo”, es decir, que le nombran Alcaide Mayor de la Villa sin tener que velar sus armas en dicho castillo como obligaban las leyes en aquellos tiempos.

Además nos dice la tradición que también fue visitado por los Reyes Felipe el Hermoso y Doña Juana la Loca, su mujer, con motivo de cierto viaje que efectuaron a Sevilla.

En tiempos de los árabes este castillo-fortaleza fue rehabilitado y usado por los mismos para defensa de la villa contra los castellanos.

Muy cercano a la población, en un pago de su término denominado “Pelagatos” existe un cerro desde donde se domina toda su riquísima vega, llamado “La Atalaya” porque en él existió una pequeña fortaleza con su torre vigía o atalaya desde donde se dirigió el año 206 a.C. la gran Batalla de Ilipa entre romanos y cartagineses.

La contienda tuvo lugar en la vega comprendida entre lo denominado Cabo del Arroyo, Alto, Pedro Espiga, hasta el poblado del Viar.

Este gran acontecimiento histórico nos lo relata el historiador Escullard, en su artículo titulado “Notas de la Batalla de Ilipa”.

En el año 1247, la Villa fue reconquistada a los árabes por el Rey Fernando III el Santo y fue donada a la Iglesia de Sevilla en la persona de su Arzobispo Don Remondo de Lesana para que fuese renta y patrimonio de los mismos.

Fue cedida por el Papa Gregorio XIII el año de 1574, segundo de su pontificado, al Rey Felipe II, para que la vendiese, cediese o enajenase por modo de renta por contribuir en parte a los gastos originados en la Batalla de Lepanto, junto con otras Villas y Ciudades como fueron: Cantillana, Brenes, etc... Tomó posesión de ella en nombre del Rey, Don Agustín de Zárate, su administrador general de las Salinas de Andalucía y juez de comisión nombrado al efecto, según nos relatan los historiadores; Quintana Dueñas Pablo de Espinosa, Ortiz de Zúñiga, Fray Juan Álvarez de Sepúlveda entre otros muchos. En estas escrituras de posesión se menciona por su importancia entre el patrimonio existente, el Castillo de Cuatro Torres, la Isla famosa deonde se encotraba el Cañaveral Grande de Cazar los estorninos y el Portillo de Viñas, además de unos molinos harineros romanos.

El Rey Felipe II, vendió las villas de Cantillana, Villaverde y Brenes a Don Juan Antonio Corzo Vicentelo de Leca, conocido y llamado “El Corzo” rico mercader italiano (natural de Córcega) afincado en Sevilla, con negocios mercantes en la Carrera de Indias o Casa de Contratación que había prestado muchos servicios a la Corona en tiempos del Emperador Carlos I, y de su hijo el Rey Felipe II, con lo cual obtiene el Señorío de las mismas mediante escritura de venta firmada por el mismo Rey anto Don Pedro de Escoberos su secretario de cámara el año 1577, en cuya escrituras vuelve a nombrar el mencionado patrimonio y otros que se los reserva para sí el Rey como propiedad no vendiéndolos y solamente arrendándoselos.

Más desde el año 1575 en enero, comenzó el Corzo a gozar de su Señorío porque así lo pactó con el Rey en su Real Consejo de Hacienda. Las tres villas fueron vendidas por 56140,25 maravedíes. Gozó de este Señorío él y su hijo, y su nieto lo hizo Condado constituyéndose Conde de Cantillana, Villaverde y Brenes. Condado que estuvo vigente hasta el siglo XIX, en que fueron abolidos constitucionalmente todos los señoríos en España.

Tras la reconquista, siendo la Villa patrimonio de los Arzobispos y del Cabildo de Sevilla, gozó de mucha fama por las muchas ermitas y santuarios que en sus montes y término se levantaron sirviendo éstas de retiros espirituales, quedando constancias y ruinas de las siguientes: San Juan del Monte, San Pablo, San Ginés, San Cristóbal o de las Cruces, San José, conocidos estos lugares hasta nuestros días por “Las Ermitas”. Entre las más antiguas de ellas se encontraba la llamada “San Francisco del Monte” levantada por los vecinos de Villaverde por su devoción al Santo de Asís. Esta Ermita, de 1368 (siglo XIV), fue erigida y convertida en convento franciscano, siendo en dicha orden considerado entre los más antiguos de España y el tercero en Andalucía. Entre sus moradores insignes que dieron a este convento mucha fama y renombre se encontraban: San Diego de Alcalá, el venerable Fray Gaspar de Villaverde, natural de esta misma villa que evangelizó junto con otros México y Perú, donde fundó la Provincia Franciscana Misional de los “Doce Apóstoles”, siendo un gran valedor de los derechos de los indígenas ante los Reyes Carlos I y Felipe II. También se encontró como morador durante toda su vida religiosa, Fray Bernardino de Laredo; místico, médico y farmacéutico. Escribió tanto tratados de mística como famosos libros de medicina natural y farmacéutica. Fue médico de cabecera del Rey Juan III de Portugal y de Santa Isabel de Portugal.

Hoy en día existen de este convento solamente unos muros en ruinas y una fuente llamada de San Francisco. Ésta perteneció al convento siendo de orígenes romanos. Perteneció este convento a la Provincia Franciscana de Nuestra Señora de los Ángeles, cuando Fray Juan de la Puebla Alcocer hizo su fundación.